“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.”
Apocalipsis, capítulo 12
Cuando nos situamos frente al grabado de William Blake (1757-1827), compuesta entre los años 1806 y 1809, nos encontramos con una escena impresionante: nada más y nada menos que una lucha entre el bien y el mal.
En la pintura, lo primero que capta nuestra atención es un ser mitológico de espaldas, el personaje principal que describe el autor en el título como “el gran dragón rojo”, sin embargo la imagen no responde a la tipología de dragón más conocido, el oriental, sino que se presenta una figura de musculatura humana, a excepción de las alas, la cola y los cuernos. Esta imagen posee distintas connotaciones en la historia de la humanidad, según las descripciones de los bestiarios medievales, el dragón era considerado la serpiente más grande sobre la tierra, simbolizando de esta manera a la serpiente bíblica que conduce a la perdición de Adán y Eva.
Otro de los indicios que hacen suponer al dragón como demonio podemos encontrarlo en la disposición y utilización de los colores: la figura bien delineada, oscura y con marcados detalles del monstruo se contrapone a la de la mujer, que se presenta relegada del centro pero luminosa, y poco definida, podríamos decir difusa. Este rasgo ya nos habla de un protagonismo: la imagen se centra en el medio del cuadro, presentando detalles que cautivan la atención del espectador, como las venas hinchadas, aportando a la imagen una tercera dimensión que hace a la imagen vívida y esplendorosa.
Al contrario, la figura de la mujer, como se ha mencionado, se caracteriza por estar relegada del centro del cuadro hacia la parte inferior, literalmente debajo del dragón. Los detalles en esta imagen son menores, los límites se presentan difusos, otorgando con colores claros la noción de luminosidad que caracteriza a lo divino, y las palmas de las manos juntas, en postura de oración. La expresión de la cara de la mujer es otro de los puntos significantes en el cuadro, ya que podemos relacionarlo en contraposición a la falta de rostro del dragón: la expresión de temor, miedo y admiración se conjugan en el rostro de la mujer para dejarnos a nosotros, espectadores, fascinados por un rostro que no se ve, el del demonio. Podríamos decir que la ubicación del demonio de espaldas no es casual, Blake configura un rostro para él, pero es desconocido, inimaginable y terrible.
La pintura de Blake se muestra, según las teorías de Peirce, como un signo o representamen que refiere al capítulo 12 del Apocalipsis, en el cual se presenta una de las luchas entre el bien y el mal, entre la mujer “vestida de sol” quien trae las esperanzas y el dragón rojo o Satanás, quien la amenaza. El cuadro, dentro de su obra podría ubicarse dentro de aquellas referidas a sus visiones apocalípticas, inspirada en el capítulo 12 del Apocalipsis, llamado “La visión de la Mujer y el Dragón” el cual señala:
«12:1 Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
12:2 Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
12:3 Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema.
12:4 Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.
12:5 La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono,
12:6 y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días.
12:7 Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles,
12:8 pero fueron vencidos y expulsados del cielo.
12:9 Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles.
12:10 Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
«Ya llegó la salvación,
el poder y el Reino de nuestro Dios
y la soberanía de su Mesías,
porque ha sido precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.
12:11 Ellos mismos lo han vencido,
gracias a la sangre del Cordero
y al testimonio que dieron de él,
porque despreciaron su vida hasta la muerte.
12:12 ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes,
pero ay de ustedes, tierra y mar,
porque el Diablo ha descendido hasta ustedes
con todo su furor,
sabiendo que le queda poco tiempo!».
12:13 El Dragón, al verse precipitado sobre la tierra, se lanzó en persecución de la Mujer que había dado a luz al hijo varón.
12:14 Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente.
12:15 La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara.
12:16 Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado.
12:17 El Dragón, enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús.
12:18 Y yo me quedé de pie sobre la playa.»
En la pintura podemos reconocer varios elementos que conforman el sistema de signos referido a estas escrituras: las estrellas, el agua, la mujer siendo arrastrada por el río, la figura de un demonio con cola de dragón y la mujer luminosa remiten a una unidad compositiva signada por la visión apocalíptica. Sin embargo, el cuadro no refleja fielmente la imagen que dan las escrituras del dragón, (siete cabezas, con diez cuernos) sino que aparece humanizado. Este rasgo se podría vincular con una concepción del mal distinta de la simbolizada por la tradición: se nos presenta un demonio más humano que monstruoso, que tampoco se encuentra coloreado por el rojo que lo caracteriza y diferencia de otros monstruos apocalípticos, por lo que podríamos identificarlo no sólo con un dragón, sino también con algún humano monstruoso, como pudieron haber sido consideradas alguna figuras despóticas de la época.
Conocido es el hecho de que el impulso mesiánico que encontramos en los poemas de Blake equivale a un igual impulso patriótico, es importante recordar que el grabado fue realizado a principios del siglo XIX, luego de la revolución francesa, que sumió a Inglaterra en un letargo económico que llevó a la potencia del mercado internacional a perder el antiguo esplendor, además de pasar también por los horrores de la guerra y la sangre derramada por las guillotinas. Podríamos realizar una lectura política del grabado en relación con una muerte y renacimiento de un país que comienza una nueva etapa política, pero ¿se ciñe alguna esperanza en la pintura? No, nos encontramos nuevamente con el rostro oculto del dragón, y un episodio irresoluto que sólo nos muestra el conflicto, sin dar una respuesta.
No podemos sacar del foco la figura del dragón rojo, continúa acaparándonos en todas las obras del autor. El dragón es uno de las imágenes más utilizadas en la simbología de Blake, ya en su poema “Una imagen divina” podemos encontrar referencias al vínculo entre lo mitológico, la humanidad y lo divino, como señala:
“La crueldad tiene corazón humano
y la envidia humano rostro;
el terror reviste divina forma humana
y el secreto lleva ropas humanas.
Las ropas humanas son de hierro forjado,
la forma humana es fragua llameante
el rostro humano es caldera sellada
y el corazón humano, su gola hambrienta.” [1]
Encontramos entre el poema y el grabado un vínculo que nos demuestra la conexión entre la forma de plantear su ideología: la simbología del dragón funciona como punto de inflexión, representando a lo humano como cruel y terrorífico, aunados en una misma figura híbrida, pero siempre vinculada a lo sagrado y a la batalla.
Para finalizar es importante destacar que en el grabado el juego con los colores apagados y oscuros y su choque con los colores más claros se utilizan como forma para contrastar las diferencias entre los dos personajes que dan vida a la obra: al destacar la figura demoníaca, y plasmando con claros detalles el semblante de poder y un halo de misterio que convierte al dragón en un ser poderoso y divino a la vez, configurando una imagen satánica seductora, típica del romanticismo.
Como conclusión podemos señalar que se cumple el concepto de “semiosis infinita” propuesta por Peirce: a través del análisis del grabado podemos establecer relaciones con la literatura, con los pasajes bíblicos y sus respectivas visiones, y la situación política y social de la época, encontrar relaciones pragmáticas entre la sintáctica del cuadro y la semántica, logrando diversas interpretaciones que otorgan riqueza a la pintura, a la vez que el signo nos define como interpretantes, ya que a través de la obra leemos y nos leemos.
Bibliografía:
http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/nuevo_testamento/27_apocalipsis_03.htm (4/12/07)
http://www.lamaquinadeltiempo.com/poemas/blake01.htm (4/12/07)
http://www.taringa.net/posts/arte/880288/William-Blake,-su-pintura.html
[1] Blake, W. “Una imagen divina” en http://www.lamaquinadeltiempo.com/poemas/blake01.htm
Muy muy interesante la lectura, me ha gustado
voy a seguir leyendo.
Un saludo
hola estoy haciendo un trabajo sobre esa pintura, me podrias ayudar, en en analisis de los colores, paleta etc. desde ya muchas gracias
mi proximo tatto
Los símbolos, algunos considerados como Universales, pueden ofrecer significados diversos cuando los observamos alrededor de diferentes circunstancias y marcos conceptuales: me parece mas completo considerar las representaciones artísticas -entre otras formas de comunicación- bajo esta perspectiva. Interesante reflexión sobre «El Dragón Rojo» de William Blake
Siepre me ha facinado el dragon rojo ,pero con esto me entere el por que de su nombre
exelente me encanto
muy bueno
Gran trabajo¡
Bastante interesante, pues de hecho creo que en la representación del Dragon Rojo se enmarca mas el hecho de ver al Hombre Transformado en su propio Demonio o Verdugo
Gracias…!
*Por vuestros comentarios enriquecedores…!_