Este trabajo esta orientado hacia un análisis de un aguafuerte de Quinquela titulado Arrancando que toma como base algunas nociones de la teoría semiótica de Charles S. Peirce.
Según Peirce, un signo es algo que representa, o crea referencia remitiendo a algo. A su vez, el signo como tal exige la interpretación de alguien, creando en el espectador del signo una imagen del signo. Este signo creado es lo que Peirce llama el interpretante del signo. Se articula así una cadena compuesta por objeto, signo (o representamen) e interpretante.
El representamen puede ser categorizado de diferentes maneras. Es un icono cuando representa su objeto, es decir, cuando opera por similitud entre los dos elementos; es un indicio cuando además remite a otro objeto, operando por la contigüidad existente entre dos elementos; y es un símbolo cuando enuncia la ley de aplicación de representamen a su objeto, operando por contigüidad instituida.
La idea de interpretante se diferencia de nociones como significante, significación o objeto de signo; él puede ser a su vez un signo que para significar requiere un signo interpretante o una regla (ley de interpretación) que constituya el interpretante final. De esta manera, Peirce construye la idea de semiosis infinita, donde representamen e interpretante son asimismo considerados como signos creadores de otro representamen para otro interpretante.
En Arrancando es posible advertir que el objeto representado es una escena en la que el significado del título no puede dejarse de lado para explicar la acción en ella se representa. Es “arrancando” un gerundio, y como tal denota una acción o estado durativo, teniendo además carácter adverbial mediante el cual puede expresar circunstancias. Tal cualidad del gerundio se refleja en el grabado en la inclinación de sus figuras. Mediante ésta, se representa el movimiento de los hombres y el caballo. Asimismo, el humo de las chimeneas de fondo confluye en la idea de movimiento.
Por otro lado, las figuras son reconocidas por su contorno, mientras que su contenido es oscuro, de tal manera que los hombres no presentan rostro. Tal oscuridad de las caras la asocio con el negro humo de las chimeneas, creándose una atmósfera que conlleva hacia el hollín del carbón y la vida obrera que surgía por entonces. Pero, dentro de esta clase se debe distinguir que la presencia del río en el grabado (advertible por el reflejo de las chimeneas) mueve hacia la especificación de una clase obrera perteneciente al ambiente portuario: los estibadores.
Es en la suma de estos elementos (el movimiento dado por la inclinación y la clase de los estibadores) dónde el estado durativo de “arrancando” cobra sentido y produce que se vuelva la mirada hacia el fuera de cuadro, a aquello que hombres y caballo tiran doblándoseles las espaldas.
Si se toman apreciaciones generales sobre la obra de Quinquela como “su obra excepcional conjura la memoria, instaura la evocación (…) Argentina es un país de inmigrantes, si es cierto que descendemos de los barcos (…) Quinquela Martín expresa como nadie ese vínculo”[1], y se las integra en el representamen (creando un nuevo signo), se produce una ampliación en el modo de interpretar el signo, es decir, el interpretante se modifica ya que se incorporan nuevos elementos en su signo.
Entonces, al tomar en cuenta esta modificación, es posible pensar que los cuadros de Quinquela reflejan cierta preocupación social. Quizá, la espalda doblada de los hombres no sólo tenga la función de mostrar el movimiento, sino que en el marco dado por lo social y la especificación de la clase estibadora, se utilice al grabado como denuncia de las condiciones laborales al mostrar a los hombres trabajando a la par del caballo, entablándose un espacio de dialogo con los derechos del trabajador y las reivindicaciones obreras que por esa época se organizaban.
Además, como se dijo, Arrancando es un aguafuerte. Esta técnica es una modalidad de grabado que se efectúa tomando como base una plancha metálica, generalmente de hierro, zinc o cobre, a la cual se recubre de algún barniz resistente a la acción de ácidos, y sobre la que se dibuja con una punta metálica, perforando la capa de barniz hasta la placa de metal. Luego, se somete la lámina al mordido de ácido nítrico rebajado con agua (de allí el nombre de “aguafuerte”), el cual creará surcos en las zonas no protegidas por el barniz. Posteriormente, se retira el barniz restante, se baña la placa en tinta, la cual penetra en los surcos, y se limpia superficialmente la placa para colocar sobre ella un papel y un tela; elementos que luego serán sometidos a la fuerza de un prensa que estampará el dibujo sobre el papel. Es pues, el aguafuerte un procedimiento complejo, y por lo tanto no puede obviarse la significación que su uso inscribe en el interpretante, puesto que tal trabajo encierra una intención en su implementación.
Debe entonces integrarse como un indicio ¿pero en contigüidad a que hecho existente? Me parece que es necesario aquí tener en cuenta otras dos cuestiones que pueden ser pensadas en el mismo sentido, me refiero a la preferencia de Quinquela por el uso de la espátula metálica sobre el pincel, y a la sociedad “La orden de tornillo” de la cual era gran maestre. Estas dos cuestiones pueden ser agrupadas con el uso de la aguafuerte en una asociación que gira en torno a lo moderno y a la creciente industrialización que por esa época emergía. “La orden del tornillo” hace culto a lo moderno, si se toma al tornillo como símbolo de las grandes construcciones que en la modernidad se desarrollan, gracias a la emergencia de la ingeniería como disciplina, y que provocan cambios en la sujeción cultural del hombre. De allí la frase popular “se le zafó un tornillo” para expresar la locura en la modernidad: el desajuste en el orden de las construcciones rígidas que la modernidad crea y que provoca la caída de las mismas. Asimismo, la espátula denota dureza y rigidez en el trazado con el que imprime la pintura, y el aguafuerte connota un procedimiento, que unido a los materiales con que se trabaja, lleva hacia la idea de proceso industrial.
Se ha mencionado la fuerza de la preocupación social de Quinquela, y esta, no puede ser pensada sin el contexto que otorga La Boca: “ese pedazo de puerto que paulatinamente se iba poblando de amplios galpones, establecimientos fabriles y pequeños comercios. Ese abigarrado paisaje de chapa, madera y cemento (…) y una población entremezclada de razas, idiomas, dialectos y figuras dispares (…) Esos cargadores del puerto, seres venidos de distintas y disímiles latitudes, forman una comunidad heterogénea pero compacta al mismo tiempo (…) forman una sola raza: la de los trabajadores; el músculo en acción de una Argentina que, por aquellos tiempos, comenzaba a insertarse en necesidades industriales para liberarse del papel agropecuario”[2].
Incorporar esta información en el interpretante provoca que la inclinación de las figuras asociadas al movimiento y al peso del trabajo sea, una vez más, puesta en relación al resto del aguafuerte, porque si se observa detenidamente la obra, se notará que las torres que conforman el plano retrasado de la escena están asimismo inclinadas. Lo cual, mueve a repensar el interpretante, al instalarse imperativamente la densidad simbólica del espacio por su inverosimilitud. Esta nueva información provoca la asociación entre los tres hombres, en primer plano, y las tres torres o chimeneas, en el plano retrasado, siendo estos escalonados por la perspectiva que se asume al mostrar el río de por medio. Este escalonamiento hace ver dos instancias del trabajo, de un lado, desde la ribera en que se sitúa al espectador, el trabajo manual y colectivo de los hombres, del otro, hacia la ribera de enfrente, una imagen de complejo industrial en actividad. Es, en este sentido, posible incorporar como indicio el uso del aguafuerte, ya que este procedimiento permite la reproducción de la obra de arte, siendo un punto medio entre el trabajo manual e industrial (entendiendo como tal la producción masiva de objetos)[3].
El río y La Boca ocupan un lugar que no puede deshacerse de una profunda carga histórica para Argentina. El río se llamaba Riachuelo de los Navíos y desde su desembocadura asentó don Pedro de Mendoza el campamento de la primera fundación de Buenos Aires, y según el testimonio del alemán Ulrico Schmidel (legado por su crónica, texto híbrido de realidad y ficción) fue donde “se levantó una ciudad con una casa fuerte (…) y un muro de tierra en torno a la ciudad”[4]. La mención de la crónica de Schmidel no es casual, creo que Quinquela al igual que el alemán, muestran la impresión de dos momentos fundacionales de la Argentina, conjugando realidad y ficción.
Quinquela ha sido catalogado como un pintor del pintoresquismo, sin embargo, lo juzgo por sobretodo un impresionista, sus cuadros no reflejan una realidad existente, sino la impresión de tal realidad: las torres inclinadas son un ejemplo de tal cuestión. El pintoresquismo en las telas de Quinquela se construye desde el uso de los colores y en la exaltación de lo particular del ambiente portuario. En esta reproducción de Arrancando[5] tal uso de colores no existe, en él el pintoresquismo esta dado por la fuerza de la vida laboral representada. Y es tal rasgo un intento fundacional de la nueva identidad cultural de la argentina, producto de la hibridación dada desde el contacto entre los locales y los inmigrantes, en la cual el trabajo es central ya que es el medio que otorga la igualación entre clases, y es este sentido con el que se debe recubrir al carácter circunstancial dado por el gerundio que compone al título.
Bibliografía:
· Benjamin, Walter; “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en Discursos interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1982, pp. 15-57.
· Blaisten, Constantin y Iparraguirre; Pintura Argentina. Quinquela y Victorica, Banco Velox.
· Brá, Gerardo; “Quinquela Martin. El arte para el pueblo”, en Todo es historia, Buenos Aires, Astrea, Febrero de 1982
· Prilutzky Farny, Julia; Quinquela Martin. El hombre que invento un puerto, Bs. As., Plus Ultra, 1978 [1975].
· Schmidel; “Viaje al Río de la Plata”, en Feijoo, Bernardo (comp.); Los fundadores, Bs. As., CEAL, pp. 6-14.
[1] Blaisten, Isidoro; “Del corazón de la gente al alma de las cosas”, en Pintura Argentina. Quinquela y Victorica, Banco Velox, p. 5.
[2] Brá, Gerardo; “Quinquela Martin. El arte para el pueblo”, en Todo es historia, Buenos Aires, Astrea, Febrero de 1982, p. 59.
[3] Ver Benjamin, Walter; “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en Discursos interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1982, p. 19.
[4] Schmidel; “Viaje al Río de la Plata”, en Feijoo, Bernardo (comp.); Los fundadores, Bs. As., CEAL, p. 8.
[5] No así en otras reproducciones, en las que están presentes los colores.
Me gustaria saber , si Uds. me pueden indicar , en que costo puede llegar a estar este aguafuerte y si conocen de alguien que este dispuesto a venderlo . Muchas gracias y disculpen por la molestia que pudiera acarrearles . Atte
Juan Carlos Castillo
PD. Podrian Uds. contestarme por este medio?
sabe usted cuantos «arrancando» hay??? porque han querido hoy venderme esa obra
como ud verá por mi comentario soy un neófito en ésto pero mi pregunta va dirigida a lo siguiente: Poseo un cuadro con el t´titulo «Arrancando » de Quinquel Martin y certificado en su dorso por un Señor Guillermo De la Canal.-Veo que se venden innuerables obras del mismo autor y con el mismo nombre y motivo sobre el que Ud escriben y no entiendo si son copias, reproduciones etc o lo que yo tengo es uno mas de esos, me podrían asesor ? Muchas Gr